Parecía imposible que este día fuera a llegar, y fuésemos nosotros los siguientes en ocupar un lugar en la pared.
Nervios, emoción, traje y tacones para el gran día.
Por una parte, da pena pensar que sea el último año en el que "el señor del bigote" nos llame princesitas y caballeros mientras nos coloca y pensamos si sonreír con dientes o sin dientes.
Pero por otra parte, no deja de ser un día especial que nos une, nos hace darnos cuenta de que la Generación del 97 no termina aquí, y nos da la certeza de que a pesar de que dentro de poco dejemos estos pupitres, de alguna forma, nunca dejaremos el Colegio.
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